Por David Garzón.
Vamos de a pocos calentando este espacio de blog como escenario para compartir la diversidad cultural de nuestro país representada en los saberes, sabores y haceres de los distintos miembros de la Red Intercultural de Saberes Ancestrales y tradicionales de Colombia, comunidad intercultural que nutre y sostiene nuestro ejercicio como Fundación. Quería en este espacio hacer un pequeño homenaje al mayor Jesús Rodolfo Giagrekudo Herrera “Ekɨrona”, sabedor tradicional del pueblo Mɨnɨka (Murui Muina/Uitoto) y líder de la Red Intercultural, quien sostuvo con su rezo el espacio del Aula Viva, las acciones y proyectos para el fortalecimiento de la Red Intercultural durante los últimos 5 años, y quién descansó el 26 de noviembre de 2020.
Como él nos enseñó: bie uai, bie rafue fuiñede, la palabra, la enseñanza nunca terminan, no tienen fin. Por eso hoy lo recuerdo con un canto que él solía compartir en los encuentros de la Red Intercultural:
"Ni iyino kai finobi, Ni iyino kai finobi Jufubi Yuaki nagima uruiai komeki Ni iyino kai finobi"
El canto pertenece al Yuakɨ Rafue, la danza de frutas (una de las cuatro grandes carreras de bailes tradicionales de los pueblos Murui Muina) y se pregunta "¿Cuál es el lugar, la casa, el espacio, que hemos venido a preparar, a construir, a crear?" (Nɨ iyino kaɨ fɨnobi), para luego contarnos que "el lugar que hemos venido a preparar le pertenece al corazón de los niños, quienes son los dueños de este baile" (Jufubi Yuakɨ Nagima uruiaɨ komekɨ). Tradicionalmente cantado al dueño y dueña del baile usando sus nombres tradicionales, el mayor Jesús incluía al colectivo de la Red Intercultural usando la expresión uruiaɨ komekɨ (corazón de las creaturas, de los niños).
Hoy que damos inicio a este blog, y mientras vamos de a poco armando esta página web, sabemos que este lugar que estamos construyendo tiene un dueño en el corazón de todos y todas quienes han aportado de una u otra manera al crecimiento de la Red Intercultural y de la Fundación, aquellos que nos acompañan físicamente y aquellos - como el mayor Jesús - que siguen presentes en nosotros, sembrados como una palabra de vida.
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